El virus de la inmunodeficiencia felina es un virus de acción lenta que afecta al sistema inmunológico de los gatos. Un gato infectado puede permanecer en estado asintomático durante años, pero con el tiempo el virus obstaculizará la capacidad del sistema inmunológico para combatir las infecciones secundarias.
Heridas por mordedura. El virus de la inmunodeficiencia felina es expulsado en la saliva y se transmite principalmente a través de las heridas por mordeduras profundas. La transmisión por lo general ocurre durante las peleas agresivas y disputas territoriales. Este tipo de comportamiento se produce con mayor frecuencia entre los machos no castrados, con libertad de movimiento, por lo que estos gatos son más propensos a contraer la enfermedad. El virus que está presente en la saliva de un gato infectado entra en el torrente sanguíneo de un gato no infectado cuando se produce una mordida profunda.
Madre infectada. En raras ocasiones, el virus se transmite de la madre infectada a sus gaticos a través del canal del parto o cuando los gatitos recién nacidos ingieren la leche. Sin embargo a menudo, una madre infectada simplemente transfiere sus anticuerpos del virus a los gatitos, los que no resultan contagiados. Debido a que dichos anticuerpos producen pruebas con resultados de falsos positivos, los gatitos menores de 6 meses de edad que den positivo a la enfermedad, deben ser sometidos a los análisis nuevamente con intervalos de 60 días, hasta que tengan al menos 6 meses de edad.
Contacto casual. El contacto casual no agresivo no parece transmitir el virus de la inmunodeficiencia felina entre los gatos. De acuerdo con lo planteado por especialistas, el virus no se transmite por compartir platos de comida y cajas de arena, aseo social, estornudos u otros modos informales de contacto. Esto se debe a que el virus no sobrevive fuera del gato durante más de unas pocas horas. No obstante, los gatos infectados que tienen sistemas inmunes suprimidos, a menudo tienen otras condiciones que podrían ser contagiosas, por lo que es muy importante limpiar a fondo y desinfectar o sustituir los platos de comida y agua, la ropa de cama y los juguetes con una solución de cloro diluida de uso doméstico, antes de traer un nuevo gato a casa.
Tratamiento. Un diagnóstico del virus de la inmunodeficiencia felina no es una sentencia de muerte para su gato, pero no hay cura. Existen vacunas disponibles que pueden ayudar a protegerlo contra la infección, pero no son 100 por ciento efectivas. Los gatos pueden permanecer totalmente asintomáticos durante años, así que el tratamiento se centra en la ampliación del período asintomático o aliviar los efectos secundarios. Esto puede incluir medicamentos para las infecciones o antiinflamatorios, dieta saludable, fluidoterapia, fármacos que aumentan la inmunidad y el control de parásitos. Es recomendable prevenir a su gato de la exposición a agentes contagiosos y evitar la propagación de la enfermedad. Observe a su gato de cerca y repórtele cualquier cambio a su veterinario.
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